lunes, 23 diciembre, 2024
Francisco Jiménez

Francisco Jiménez

Reflexiones taurinas. El invierno es sinónimo de tentaderos

Cuando empiezan a llegar los fríos del invierno y la temporada taurina tiene echado el cierre por estos horizontes, los toreros que no hacen las Américas se mueven, embutidos en el traje campero, por dehesas y cortijos para continuar con el ejercicio de la profesión en duros entrenamientos que no les hagan perder el preciado «sitio» que todo matador necesita para encontrarse a gusto y convencer a los futuros espectadores.


Las denominadas figuras, tienen abiertas de par en par las plazas de tientas de las ganaderías más prestigiosas, y allí acuden sin pensárselo para ejercitar la personalidad taurina ante las vacas de afilados pitones y enrazada casta que pueden dar un susto al menor descuido.


En los tentaderos, el ganadero de bravo selecciona a las hembras que más tarde acompañarán al semental en la cita de amores, y el momento es aprovechado por el diestro de turno para muleta en mano descubrir la bravura de la erala en la envestida, una vez que ésta ha obtenido valoración en el caballo del picador.


Será la suma de ambos encuentros los que decidan al ganadero para dejarla como madre o mandarla al matadero, y de ahí que el torero y el varilarguero deberán conocer las exigencias camperas para que todo resulte lo mejor posible.


Ahora no se trata del lucimiento propio para seducir a los tendidos, es más importante realzar las virtudes de las vacas por encima de sus defectos con el fin de que no se desaproveche una próxima maternidad de la que podría nacer un toro de bandera.


Cuando el ganadero ya tiene la nota de la erala o la utrera en su cuaderno, es el tiempo de que se busque el torero para crear sentimientos y calidades de alta valoración. 


Estos tentaderos gozan de predicamento entre los aficionados que suelen acceder, previa invitación del señor ganadero, con la máxima ilusión para estar en la cercanía de su ídolo y presenciar esos instantes inspirados que como es natural se derraman con más facilidad frente a una vaca que teniendo como oponente a un cuatreño de defensas bien marcadas.


Para el diestro, el invierno es sinónimo de tentaderos y entrenamientos a campo abierto, y en eso está el torero que conoce mejor que nadie que no se debe desaprovechar ninguna ocasión para colocar la muleta frente a los pitones. 


El descanso del guerrero no lo conocen los que se visten de luces
Autores
Andrés Torrús de Dios

Andrés Torrús de Dios

Francisco Jiménez

Francisco Jiménez

Miguel Vega

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Pablo Guitarte

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Silverio Franconetti

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