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domingo, 28 septiembre, 2025
Curro Díaz conquista Úbeda en una tarde de entrega y arte
Cinco orejas, una vuelta al ruedo y la Puerta Grande para el maestro linarense en una tarde de entrega, temple y verdad.

La plaza de toros de Úbeda fue testigo este sábado de una de esas tardes que quedan grabadas en la memoria del aficionado. El diestro linarense Curro Díaz se encerró en solitario con seis toros de distintas ganaderías, desplegando su tauromaquia más pura y rubricando una actuación de gran contenido artístico, saldada con cinco orejas y la ansiada Puerta Grande.

La faena más rotunda llegó en el tercero de la tarde, un toro de Victorino Martín que humilló con ritmo y fue premiado con la vuelta al ruedo. Curro Díaz lo toreó con cadencia, hondura y empaque, en una obra que caló profundamente en los tendidos. Dos orejas y ovación cerrada para el torero, y reconocimiento para el bravo astado.

 Ficha artística

Primero (Fuente Ymbro): Embestida descompuesta. Curro Díaz compuso muletazos estéticos sin continuidad. Oreja.

Segundo (Daniel Ruiz): Toro de clase. Faena de sentimiento, destacando por el pitón derecho. Dos orejas.

Tercero (Victorino Martín): Toro de gran calidad. Faena templada y profunda. Dos orejas y vuelta al ruedo al toro.

Cuarto (Torrealta): Menor entrega. Faena de exposición. Ovación.

Quinto (Fuente Ymbro, sustituto de Sancho Dávila): Astado exigente. Faena de mérito. Ovación.

Sexto (El Freixo): Toro basto y noblón. Toreo con empaque. Fallo con la espada. Palma.

La tarde comenzó con un minuto de silencio en el paseíllo, seguido de una calurosa ovación que obligó a Curro Díaz a saludar desde el tercio. Víctor del Pozo fue ovacionado tras parear al tercero, y el picador Agustín Collado recibió reconocimiento por su actuación en el quinto.

Tauromaquia con sello linarense

Curro Díaz volvió a demostrar por qué es uno de los toreros más personales del escalafón. Su estética, su temple y su capacidad para emocionar se fundieron en una tarde de entrega total, donde la variedad de encastes puso a prueba su técnica y su corazón.Úbeda vibró con el arte de Linares. Y Curro, fiel a su estilo, volvió a dejar claro que cuando se torea con el alma, el toreo se convierte en verdad.